La Evaluación

Posted on martes, diciembre 11, 2007 |
¿Qué significa evaluar?
“Dar una nota es evaluar, hacer una prueba es evaluar, el registro de las notas se denomina evaluación. Al mismo tiempo varios significados son atribuidos al término: análisis de desempeño, valoración de resultados, medida de capacidad, apreciación del “todo” del alumno” (Hoffman, 1999).
Propiamente el objetivo de la evaluación no es histórico, ni judicial, ni anecdótico, sino práctico: se evalúa para hacer las cosas mejor cuando se trata de situaciones consecuentes o cuando menos repetibles, o por lo menos para obtener el máximo provecho de las circunstancias si se trata de hechos irrepetibles.
En virtud de este proceso histórico es posible reconocer diferentes concepciones de evaluación respecto a la educación. Desde el paradigma cuantitativo ésta puede ser entendida como objetiva, neutral y predictiva, de manera tal que centra en la eficiencia y la eficacia. Lo que se evalúa es pues, los productos observables.
Pero desde una perspectiva cualitativa, por el contrario, la evaluación se centra en reconocer lo que esta sucediendo y comprender qué significado esta tiene para las diferentes personas, en este caso no solo se evalúa el producto sino también el proceso.
Para un tercer paradigma, el crítico, la evaluación no solo se centra en recoger información sino que también implica diálogo y autorreflexión.
Otra dimensión de análisis respecto a las evaluaciones es considerar que éstas pueden ser sumativas o formativas. Mientras que las primeras se centran en el producto final, las segundas se orientan más hacia los procesos.
Si a la evaluación la enfocamos en el aspecto personal, diremos que es un instrumento metódico irreemplazable que las personas utilizan en su vida privada o pública, individual o colectiva, normalmente como preparación para tomar decisiones.
Téngase siempre en cuenta que no hay un único modo de evaluar un hecho o resultado. Todo depende del punto de vista de la evaluación. Un mismo acontecimiento puede ser económicamente magnífico y socialmente degradante. A pesar de lo cual, siempre es cierto que, como norma general, los resultados buenos se refuerzan unos a otros, mientras que los malos arrastran unos a los otros.
De otra parte, el punto de vista adoptado dependerá de los intereses (amores) del evaluador, o de quien solicita la evaluación. Esto significa que, si este punto de vista no ha sido cuestionado oportunamente, las evaluaciones llevarán siempre el sesgo del interés parcial que las motivó. A su vez, este cuestionamiento requiere de un oportuno discernimiento de principio, que posibilite ver cuáles son los intereses e intencionalidades en juego.
Así pues, es claro que el punto de partida para una buena evaluación es el deseo de un bien mayor. Este bien, en el cristiano tiene acentos particulares, pero el derecho y el deber de buscar un bien mayor es tan claro y patente en él como en cualquier otra persona.
Porque la mediocridad no se evalúa a sí misma, o lo hace sólo mediocremente. Por el contrario, la excelencia empieza en una adecuada evaluación. Desde las juntas de gerencia hasta el examen cotidiano de conciencia, la perfección es hermana de la evaluación.
Una evaluación correcta es:
  • Purifica la intención general. Primero es preciso discernir y cuestionar, de modo que estés suficientemente seguro de cuál es el amor que te mueve.
  • Purifica la intención particular: Con sencillez y honestidad establece límites a lo que deseas evaluar, y quédate en ellos. Dentro de esos parámetros, actualiza tu intención general, esto es, asegúrate de que también en este caso estás buscando el bien mayor que realmente has descubierto que te convence.
  • En el marco de los límites señalados: Recuerda que una buena evaluación comienza con un buen resumen en el que se destaquen oportunamente los aspectos relevantes y los factores influyentes.
  • Ten presente en todo momento para qué se evalúa: no se trata de descubrir culpables (ni siquiera a ti mismo como culpable), ni de lamentar inútilmente un pasado que no va a volver. No se trata de huir de la culpa, sino de comprender que la culpa es estéril si no se abre a la gracia del perdón y al vigor de un buen propósito de enmienda.
  • Asegúrate de tener claro en tu mente cuál era el objetivo. Una evaluación puede arrojar un balance desastroso simplemente porque a última hora se pretende que además de lo que se esperaba, se lograran objetivos adiciónales que siempre estuvieron ahí pero que nunca se dijeron. En algunos casos incluso puede ser saludable establecer el principio de que "lo que no se dijo, no existe".
  • Al expresar tus opiniones, por principio ponte en el lugar de las personas que puedan resultar implicadas, pero nunca te quedes ahí.
  • Todos tenemos la tendencia a fijarnos más en lo negativo y especialmente en las evaluaciones grupales nos parece más interesante hacer ver que sí nos dimos cuenta de ello. Vale la pena que evalúes los resultados que te ha traído este modo de actuar.

Preguntas que te ayudarán a evaluarte

  • ¿Cada que tiempo evalúas tu vida?
  • ¿Qué evalúas de tu vida? (profesión, familia, vida social, etc.)
  • ¿Quién te ayuda a evaluarte?
  • ¿Evalúas la "calidad" de tus días? ¿en términos de qué?
  • ¿Cómo evalúas tu vida intelectual? ¿Y tu vida afectiva?
  • Para ti, ¿qué debe involucrar una buena evaluación?
  • ¿Qué esperas en una evaluación personal ante la cruz de Cristo?
  • ¿Cómo crees que haría Dios una evaluación de tu vida?
  • Ahora evalúa qué aspectos de tu personalidad, tanto en virtudes como en defectos debes modelar y pulir.
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